La neutralidad competitiva es un principio del derecho de la competencia que establece que todas las empresas deben competir en igualdad de condiciones, independientemente de su tamaño, estructura, propiedad o ubicación. Esto significa que las empresas no deben recibir tratamiento preferencial por parte del gobierno o de otras entidades, y que deben tener acceso a los mismos mercados y recursos.
La neutralidad competitiva es importante para garantizar que los mercados sean competitivos y que los consumidores tengan acceso a una amplia gama de productos y servicios a precios competitivos. Cuando no hay neutralidad competitiva, las empresas más grandes o poderosas pueden tener una ventaja injusta sobre las empresas más pequeñas o nuevas, lo que puede conducir a precios más altos, menos innovación y menos elección para los consumidores.
Como ejemplos de violaciones de la neutralidad competitiva se puede citar: que un gobierno otorgue subsidios a una empresa específica, lo que le da una ventaja injusta sobre sus competidores o que un gobierno otorgue contratos gubernamentales a empresas sin realizar un proceso de licitación abierto y competitivo. También lo sería el caso de empresas que se coluden para fijar precios o dividir los mercados.
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